jueves, 5 de noviembre de 2009

derramemos toda la basura. extirpemos cada coágulo de mugrosa honestidad. vomitemos palabras. apretemos la lengua hasta que solo quede bilis por arrojar. descarnémonos. quedemos en carne viva. y en lo que venga después de la carne también. tiremos todo al fuego: el odio, el resentimiento, las verdades, los secretos, las vergüenzas más profundas, los recuerdos más horrorosos, las pesadillas, los deseos de matar y de morir, la oscuridad, las desgracias, las lágrimas, las debilidades, los arrepentimientos, los miedos, las culpas, la cobardía, los rencores, todos los monstruos que nos habitan. tiremos nuestro propio cuerpo, quemémonos, ardamos, hagámonos cenizas. seamos cremados en vida. seamos testigos de nuestra propia muerte y resurrección. volvamos a nacer, desnudos, indefensos, solos, sin palabras en la garganta, sin esta obscenidad verbal que nos degenera, nos deprava, nos corrompe...

      

2 comentarios:

Anónimo dijo...

(…)
hay que aprender a sentir vértigo
como si fuese sed o hambre.
Mario Benedetti

Juan Pez dijo...

terrible, me encanto.
beso grande