Lo había intentado con toda su voluntad. Pero las palabras nunca terminaban de cruzar ese puente que era su boca. Se quedaban ahí, algunas bajo la lengua, acurrucadas y temblorosas, otras pegadas al paladar, inmóviles para no ser descubiertas, y otras, las más osadas, llegaban al labio y quedaban colgando como ante un precipicio, aferradas con todas sus fuerzas a las comisuras, hasta trepar, desesperadas, dentro de la boca otra vez.
Todos tenemos secretos, pensó ella. Y se tragó, de un sorbo, toda la verdad.
1 comentario:
Me encanta, me identifiqué mucho con esto de verdad.
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