Escribir hasta que te sangren los dedos, hasta que te llore cada vértebra de la espalda, hasta que se te deshagan los ojos de dolor. Acurrucarte en tu propia locura, dejarte acariciar y mecer, hasta hacerte una con ella. Saberte sin certezas, es decir no saberte. Desatar los nudos de tu garganta, cortarlos, descoserlos, desarmarlos. Desarmarte, desnudarte, despojarte, liberarte. Buscarte en un espejo roto y encontrarte miles de veces, rota, por partes, fragmentos de lo que sos, de lo que crees ser, de lo que un día quisiste ser.
Intentar, en vano, crear una visión coherente de este mundo. Es decir, de vos en este mundo.