Lo que me enloquece no es no entenderme, sino intentarlo. Intentarlo inútil y desenfrenadamente. El vicio por el vicio. Este masturbarse la neurosis. ¿Qué placer tan inconciente me produce la maniática búsqueda de respuestas a todo? Las preguntas interminables que se cuelan una tras otra, con sus signos de interrogación, siempre ahí, mirándome, inquisidores y desafiantes. La incertidumbre, adentro mío, como un reloj antiguo, golpeándome con sus agujas pesadas, tac... tac... tac... El insomnio, la ansiedad, el cigarrillo, el escribir. Los dedos caprichosos, que insisten en teclear buscando decir algo. Cuando tal vez no hay nada que decir, ni preguntar, ni responder. Cuando quizá, lo único que hay que entender es que no hay nada que entender.
martes, 30 de marzo de 2010
sábado, 27 de marzo de 2010
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